Se me estaban pasando los días muy rápidos y viendo lo feliz que me encontraba, deseaba que mi vida pegada a la de Paz no avanzara en el reloj, que movió un mes el calendario.
Ya se encontraba un nuevo cepillo de dientes en cada piso y un cajón con las cosas personales necesarias para salir del paso en el caso de quedarnos en la casa del otro.
Quería ya que llegaba el fin de semana y coincidía con que Paz no tenía que trabajar, darla una sorpresa y poco antes de las 15:00 estaba como un clavo esperando a que saliera.
La mande como siempre mi mensaje cariñoso con la ubicación de donde había aparcado el coche.
Cinco minutos de su hora se abría la puerta del coche.
- Cariño este fin de semana no tienes que hacer nada ¿no?
- Uy y ¿esa pregunta?
- Por nada –
Decía Javier con cara de misterioso.
- Si tengo que hacer algo, ¡ser feliz a tu lado! –
Le dijo Paz mientras que le daba besos.
Pues vamos a comer al italiano que tanto te gustó y de ahí carretera.
Por más que trató en el camino y mientras comíamos de sonsacarme cual era el plan, mis labios se consiguieron mantener sellados; menos para poder saciarme de comida y de besos combinados con las sonrisas.
Ya terminado el almuerzo nos volvimos a montar en el vehículo.
- Bueno señorito y ¿ahora qué?
- Jajaja me encanta verte como una niña, ahora carretera y manta-
Sintonizando su emisora favorita comprendió que no tendría más opción que esperar.
Hacíamos un mes juntos, me había dado mucho, tanto como la vida. Como volver a sentir la ilusión, aquella que sin conocerla… había perdido por completo.
Había pasado por vivir una buena situación económica, pero… con un vacio, que no llenaba ninguna otra mujer que calentara mis sábanas; donde al día siguiente, mi corazón no sintiera despedida alguna al ver a cada mujer marcharse.
Había logrado Paz, lo que nadie había conseguido conmigo y necesitaba demostrarla lo feliz que me sentía a su lado.
Después de dos horas largas de trayecto, llegamos al sitio.
Metidos en un pueblo completamente rural con todas sus casa de pizarra y la belleza de las montañas rodeándolo…
Nos encontrábamos en la recepción de una gran finca que cuidaba hasta el más mínimo detalle; atentamente me adelanté a la recepcionista donde muy cortes nos indicó cual era nuestra habitación y pasando por un cálido pasillo de piedras fuimos leyendo los nombres de cada puerta hasta llegar a la nuestra.
Se leía en un letrero PASIÓN.
- Déjame que te coma a besos me tienes totalmente encantada-
Decía con una gran sonrisa Paz mientras que la puerta de nuestra habitación se abría.
Una preciosa cama enorme llena de pétalos sobre su colcha blanca se mostraba a nuestros ojos justo entrar.
Una chimenea con su cesto pegado con leña dentro. Una maravillosa bañera hidromasaje redonda para dos personas.
Una cubitera con champan en una mesita, donde se situaba un sillón Tantra a su lado.
Me quedé feliz mirando el brillo de los ojos Paz mientras que se me acercaba.
- Cariño ¡me encanta! es precioso, perfecto pero… no podremos salir de esta estupenda habitación porque no me traje nada- Me dijo con su cara de traviesa.
- Bueno diablillo ya pensé yo en eso- La dije mientras que la ponía encima de una maleta de viaje.
- Vamos ábrela-
Paz cada vez más maravillada abrió nerviosa la maleta y su emoción fue sacando un precioso vestido rojo, otro hermoso vestido negro, un vaquero, una camisa, calzado combinado para cada conjunto, y dos sensuales conjuntos de lencería; más unas esposas.
Y la cara de Paz se volvió perversa con una pequeña lágrima deslizándose sobre su rostro.
La rodee entre mis brazos.
- Cariño muchas gracias, me encanta no entiendo el motivo para merecerme este estupendo sitio, pero gracias-
- Paz el motivo eres tú, el regalarme un mes siendo feliz a tu lado, no tiene que haber más motivo que ese, pequeñaja-
Los besos fueron cayendo por el cuerpo, agradecidos pero me tuve que mantener firme ya que teníamos una cena a la carta y no íbamos muy bien de tiempo.
Disponía la habitación también de un cuarto de baño con ducha y expliqué a Paz el horario de cena, aplazando los juegos para más tarde.
De ese modo paramos el momento de compartir placeres para después, mientras que nos engalanábamos para cenar.
Paz estaba maravillosa con el vestido rojo, ya la tenía tomada la medida de su cuerpo memorizado a base de caricias.
Yo me puse un traje de chaqueta gris marengo mientras que Paz feliz me iba endulzando el vestirme con sus besos.
- Bueno creo que ya estamos-
- Yo llevo un rato esperándole señorito-
- Pues enhebra bombón que nos vamos a cenar-