Hola a todos! De nuevo me colé por aquí para dejaros la séptima parte y espero que es guste!!! 

Aún estaba molesto por la idea de que Yumi no me hubiese contado que tenía un hermano. Aún era temprano y el pensar que a penas debía moverme para estar en la academia era bastante agradable. Yumi tenía un apartamento construido sobre cada academia que la permitían supervisar cada detalle, y la entrada se encontraba ascendiendo por unas escaleras que habían en la parte posterior del imponente edificio, dentro de un invernadero de cristal bien cuidado donde tenía sus preciadas plantas.

Me encerré en mi cuarto y me cambié rápidamente para salir escopetado hacia la academia. Pero al descender las escaleras me encontré a un grupo que debían de constituir el club de los adornos florales.

La directora les dio su aprobación con la condición de que cuidasen de las plantas cuando ella se ausentara y su trabajo era excelente.

Les observé brevemente, todos concentrados en sus quehaceres. No tardaron tampoco en darse cuenta de mi presencia, por lo que no tardé en salir y dirigirme a mis clases de teatro. No me agradan esas clases. Teníamos un profesor que siempre llevaba unas mallas muy coloridas, esta vez moradas, y su personalidad no mejoraba su falta de sentido del estilo.

Con cuatro pelos que trataban de esconder, sin mucho éxito, su calva y dos ojos muy pequeños y grises que resultaban realmente aterradores cuando te miraba fijamente, por su expresión de euforia; junto a que los solía tener hinchados y enrojecidos, dándole aspecto de estar enfermo.

A todos sus alumnos se dirigía como tío, colega o hermano y a algunos profesores como cari. Su voz era extremadamente aguda y chillona, siempre vocalizando con demasiado énfasis las palabras y alargando mucho las «r». No era capaz de aguantar concentrado a todas sus teorías aunque gracias a las exigencias de Yumi era capaz de manejar la situación sin mucho esfuerzo, aunque la improvisación no era mi punto fuerte.

-¿Alguno de vosotros sabría llorarrr? Quiero verr la tristeza en vuestros rrrostros… Bajé la mirada, tratando de no hacer contacto visual con él, pero no tardó en llamarme junto a otras ocho personas. Creo recordar que se llamaba Cristopher y que era europeo, a pesar de que terminó sus estudios aquí.

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