La maleta

Miras a un rectángulo con ruedas

Para apañártelas como puedas,

En meter ocho días en la maleta.

Que si salir de noche, que si hace frio… chaqueta,

Los zapatos de vestir, de deporte, las chancletas.

La pelota de playa, toallas, las raquetas…

Con dos valerianas para el momento, te sedas.

Miras y piensas comprimir un armario al vacio

La ropa de verano es mínima, pero del espacio… no me fio,

Y la presión con los brazos… es el remedio en el que confío.

Una vez has metido ropa casi para un año,

Llega el momento de la presión como apaño.

Con una pierna pisas haciendo toda tu fuerza,

La cremallera hace que tu contorsionismo se retuerza,

Y de tanto esfuerzo ejercido…¡te has tenido que ir al baño!

Entiendes que lo que va ordenado y hábilmente cerrado,

Será una vuelta con tres o cuatro bolsas más en tu mano.

Es la maravillosa experiencia del verano

Que trata de devolverte… descansado y relajado.

La realidad es que te vas como un niño con un juguete nuevo,

Para cada año con ganas, coger en vacaciones ese relevo.

Pero el cuerpo quiere no parar de disfrutar ese instante en días comprimidos,

Y la vuelta dejará un año por delante, de antojos reprimidos.

Y así, encarrilas la maleta como armario empotrado hacia maletero,

Para saber que el sacrificio, ira mermando el billetero.

Pero podrás con amplio repertorio lucir Palmito,

Que al final con tanta playa… no cubrirá ese tipito;

Pero no sabías si nevaría y fuiste muy certero,

En meter gorros, anorak, y guantes pues en agosto… ¡puede llegar el enero!