Entonces escuche: – la dorada ya está preparada-

Era quien dirigía una orquesta que yo necesitaba tocar, se sentó en frente y dijo: – Espero que te guste porque esto, no es un restaurante-

Mi cara de pillo dijo rápidamente:- ¡me encanta!-

  • Jajaja pero… si no lo has probado-

Hizo el gesto de abrir el vino y me adelante para servir las copas.

Alzó la copa y dijo: – por muchos momentos como este-

Yo ruborizado dije – Amén- entre risas.

 

De manera muy sutil comenzó su perverso juego, dejando caer su servilleta bordada de tela, cayendo como un niño en sus redes… inmediatamente me agache a recogerla.

 

Sus piernas eran un compás, vilmente abierto, donde su lencería transparente mostraba sus placeres ya que estaban totalmente depilados. Quería quedarme bajo aquella mesa.

Subí de aquel premeditado encuentro con el deseo, con toda mi sangre colocada en mis pómulos.

Aún así sus acciones eran delicadas, sensuales, causantes de un mareo que me tenían embriagado.

 

No había dejado de lado el sabor suave de la dorada en mi boca, todo estaba exquisito; pero el juego de Paz conmigo había dejado ciertos aspectos un poco apartados. Aún así esperaba poder terminarme el plato sin sacar mi corazón por la boca.

 

Paz como si me leyera la mente… inició una conversación como si nada ocurriera, teniendo piedad conmigo.

 

Una vez terminado todo, se levantó a retirar los platos, por lo que yo también me levanté para ayudarla y con total dominio sobre mi persona posó su mano en mi hombro frenándome.

 

Trajo en su vuelta dos copas de fresas y un bote de nata en spray, sin sentarse se volvió a dirigir al recibidor y en un cajón pequeño del mueble de la entrada cogió algo, trayéndolo hasta la mesa y dejando unas cintas blancas como de seda sobre ella.

 

Apartó hacia un lado la cubitera de hielos, que contenía un poco de vino aún y su cara de perversión con su continua sonrisa picaruela, me hicieron prepararme para volver a sus juegos.

 

Se sentó en la mesa como plato de postre, con su delantal cubriéndola aún el cuerpo, cual marioneta orientó mis brazos hacia su espalda; poniendo mis manos sobre el nudo de su casi único vestuario. Entendí, que tenía que retirarla dicho delantal.

 

La belleza se presento ante mis ojos, un sujetador que resaltaba sus exuberancias, una preciosa cintura decorada con lunares en hilera y un adorable ombligo perfecto; que mis ojos recorrían, hasta llegar a su sexo cubierto; con aquella lencería transparente.

 

Ella disfrutando de su travesura, yo pendiente de seguir unas pautas que marcaba mi comandante en su juego de dominación con mi persona, dejando de ser aquel Javier que un día de manera fortuita la conoció.

 

  • Bueno ¿te apetece comer el postre?-

 

Me decía susurrante en mi oído.

Mis manos se dirigieron hacia sus nalgas, rodeándola para comérmela a besos, ella muy delicada me las retiro, me beso muy suave en la boca y me miro a los ojos.

 

Comprendí que no había más duda. Tenía en frente, a mi ama.

 

  • Ansió el postre Paz-

Agitando el bote de nata se roció el lado derecho de sus costillas y cogiéndome de la nuca me dirigió hacia su cuerpo. Seguidamente cogió una fresa poniéndola en su boca y me hizo recogerla de sus labios alternando ambos juegos varias veces.

 

Como con el delantal, dirigió mis manos hacia su espalda posándolas en su sujetador y una vez se lo quité, sus senos de tamaño perfecto; se quedaron decorando a mi ninfa.

 

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